Mucho pensó Nicolás Cock Duque, cofundador de Ecoflora SAS, en cómo lograrlo, hasta que un día confío en su intuición. “El azul es muy escaso en la naturaleza, pero una de las pocas excepciones es una flor asiática que tiene el mismo componente de una fruta tropical de la biodiversidad de Colombia”, afirma Cock Duque.
La gardenia jasminoide, flor asiática, con ella se elaboran colorantes alimenticios naturales de color azul, pero resultan inestables a altas temperaturas y en soluciones de pH ácido, muy utilizadas por la industria alimenticia, según la Federación Europea de Investigación y Tecnología Alimenticia.
Pero fue en selva tropical colombiana donde Cock Duque encontraría la respuesta. Allí, un fruto llamado Genipa Americana, mejor conocido como el Fruto de Jagua, le daría lo que la gardenia asiática no terminaba de ofrecer: un azul profundo, robusto, insípido e incoloro.
“En la biodiversidad nativa encontramos al Santo Grial que tanto tiempo llevaban buscando para completar la paleta de colorantes naturales. En el momento del hallazgo nos convencimos inmediatamente de la posibilidad de traerlo al mundo, pero nunca nos imaginamos el tiempo que nos iba a tomar”, explica Cock Duque.
Han transcurrido 10 años desde que Ecoflora SAS logró sintetizar el colorante, pero el proceso de aprobación de la agencia federal de alimentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) se ha demorado el ingreso de este colorante a los mercados más importantes del mundo.
Las patentes y permisos internacionales no son el único reto para Ecoflora SAS. La compañía enfrenta otra dificultad: la propia recolección del fruto. Los angostos y zigzagueantes caminos de montaña hacen que el acceso a los casi 1.100 árboles destinados para la cosecha sea extremadamente complejo.
Una vez allí, segadores seleccionan los árboles con buena cantidad de fruta. Un recolector realiza el complejo escalado con arneses y poleas, selecciona los frutos por madurez y tamaño y finalmente los tumba.
Ya en el suelo, otro recolector empaca los frutos en costales y marca específicamente de que árbol proviene cada fruto, con el objetivo de obtener un código de trazabilidad, que luego permitirá a Ecoflora SAS estudiar la productividad de cada árbol.
“Estamos hablando de recolección de árboles silvestres, que están en las comunidades, que son propiedad de los campesinos que tienen sus árboles en los potreros y en los rastrojos, las comunidades son las que recolectan la fruta y las despachan y Ecoflora SAS se alía con ellas para comprarles esa fruta y generarles una opción de ingreso.” afirma Sergio Arango, gerente de cadenas de suministro de Ecoflora SAS.
Trabajamos de la mano con las comunidades indígenas afrocolombianas y campesinas, con su consentimiento previo e informado, trabajando legalmente el acceso a la fruta, cumpliendo con las exigencias de las autoridades ambientales gubernamentales, cumpliendo con el Protocolo de Nagoya, que es un convenio internacional que garantiza que lo que hacemos no es biopiratería, sino que es biocomercio justo y ético”, concluye Cock Duque.
Articulo editado, publicado en: https://cnnespanol.cnn.com/2019/01/29/azul-profundo-la-solucion-estaba-en-la-selva-tropical/ 23/11/2019