El mundo generó en 2018 más de 50 millones de toneladas de residuos electrónicos; el equivalente a tirar a la basura 125.000 aviones jumbo o 4500 torres Eiffel y suficientes para cubrir de desperdicios toda la isla de Manhattan. Solo una pequeña porción de estos son reciclados correctamente.
Los productos electrónicos, traen enormes beneficios para la humanidad y ofrecen nuevas oportunidades para el desarrollo. Sin embargo, el sistema actual de producción y consumo de estos productos también representa una amenaza.
Según la ONU, cada año se producen aproximadamente 50 millones de toneladas de residuos electrónicos y eléctricos, los llamados “desechos electrónicos”. La OIT ha emitido una alerta y pedido acción urgente.
Las consecuencias para el medio ambiente de la basura electrónica
Los desechos electrónicos se definen como cualquier cosa con un enchufe, un cable eléctrico o una batería. Este tipo de residuos constituyen una pequeña pero creciente proporción de los 2010 millones de toneladas métricas de desechos sólidos que se generan cada año en todo el mundo. Sin embargo, estos productos contienen sustancias peligrosas, por lo que requieren un tratamiento especial.
Pocos países tienen una forma uniforme de medir estos desechos que provienen de hogares, empresas y gobiernos, y que pueden contener metales preciosos como el oro, el cobre y el níquel, así como materiales raros de valor estratégico como el indio y el paladio.
Aunque los desechos electrónicos solo representan el 2% de la basura sólida mundial, también pueden significar hasta el 70% de los residuos peligrosos que acaban en vertederos.
Cuando no se almacena en bodegas, cajones o gabinetes, los desechos electrónicos a menudo se incineran, se tiran o terminan siendo destruidos a mano por los más pobres del planeta, en detrimento a su salud y el medio ambiente.
Estos desechos contaminan las fuentes de agua y las cadenas de suministro de alimentos, incluso como parte de los intentos de “reciclaje” informal en algunos países en desarrollo, donde se quema el plástico que contienen para recuperar los metales valiosos, un proceso que emite sustancias tóxicas a la atmósfera y envenena a niños y adultos.
Se calcula que para 2040, las emisiones de carbono provenientes de la producción y el uso de aparatos electrónicos representará el 14% de las emisiones totales.
El problema del sistema de consumo
En la Unión Europea, líder mundial en reciclaje de residuos electrónicos, se reporta solo el 35% de ellos como adecuadamente recolectado y reciclado, mientras que, en el resto del planeta, el promedio es de un 20%, el restante no se reporta, y la mayoría termina enterrado bajo el suelo. Cabe destacar que los residuos electrónicos no son biodegradables
El reciclaje informal
En muchos países, las mujeres y los niños representan hasta un 30% de la fuerza laboral en el procesamiento informal de desechos electrónicos, por lo que son particularmente vulnerables. Cuando futuras madres están expuestas a compuestos tóxicos existen grandes riesgos. Estudios recopilados por la ONU demuestran incrementos en abortos espontáneos y partos prematuros, así como reducción de peso y tamaño de los bebés.
“Muchos de los desechos electrónicos producidos en países en desarrollo son enviados a países pobres de manera legal o ilegal, para luego ser procesados informalmente por un sector que incluye a mujeres y niños, asegura Nikhil Seth, el presidente del Foro de diálogo mundial sobre el trabajo decente en la gestión de los desechos eléctricos y electrónicos, realizado en abril en Ginebra por la OIT.
El número total de personas que trabajan informalmente en el sector mundial de residuos electrónicos es desconocido. Sin embargo, la OIT estima que en Nigeria lo hacen hasta 100.000 personas, mientras en China el número alcanza los 690.000.
Una oportunidad de oro para la economía mundial y el trabajo decente
La actualización y formalización de la industria, así como la creación de plantas de reciclaje formales proporcionan una oportunidad de trabajo seguro y decente para miles de trabajadores alrededor del mundo.
Además, existe un gran valor económico en los residuos electrónicos, en particular de materiales como oro, plata, cobre, platino, paladio, entre otros. De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro. Según recientes estimaciones, los desechos electrónicos están valorados en 62.500 millones de dólares anuales, más que el PIB de algunos países.
Sólo en 2016, se descartaron 435.000 toneladas de teléfonos inteligentes, a pesar de contener miles de millones de dólares de valor en materiales. Para sacarle provecho a este tesoro, el mundo debe avanzar hacia una economía circular de electrónicos.
La economía circular de los electrónicos
OIT/ A. Mirza Trabajadores ensamblan productos electrónicos en Bekasi, Indonesia.
“El ciclo de producción de cada producto electrónico comienza desde la etapa de diseño, de ingeniería y, por supuesto, se adentra en toda la economía circular. El uso, reciclaje, restauración, reventa y devolución de la tecnología debe considerarse de una manera mucho más sistemática que hasta ahora, para asegurarse de que se generan los residuos electrónicos que no causan el tipo de daño que hacen ahora al medio ambiente y la humanidad”, añade Seth.
“Si se diseñan productos que duren más tiempo, y si se recupera, reutiliza y recicla una mayor cantidad de desechos a lo largo del ciclo de vida de esos productos, habrá menos demanda de materiales vírgenes y se generarán menos residuos de la extracción de materias primas y de los procesos de embalaje y transporte de los productos”, afirma un informe de la OIT.
Según la Organización, si se aplica un enfoque de economía circular, los desechos eléctricos y electrónicos pueden considerarse un recurso que, podría promover la obtención de medios de subsistencia, generar empleo, proporcionar acceso a la tecnología, facilitar la modernización tecnológica, propiciar la transferencia de conocimientos y competencias, y crear capital para fabricar productos básicos de segunda mano y recuperar materiales.
De acuerdo con la ITU, los beneficios económicos de emplear una economía circular en el sector electrónico y eléctrico podrá ser enorme, reduciendo los costos para los consumidores en un 7% para 2030 y un 14% para 2040.
«Debemos ayudar con urgencia a los Estados miembros de la OIT y las Naciones Unidas a diseñar y fortalecer los sistemas y las políticas necesarias para gestionar los desechos electrónicos de manera que promuevan el trabajo decente, promuevan la salud de quienes manejan los desechos electrónicos y protejan el planeta”, concluye Nikhil Seth.
Articulo editado, publicado en: https://news.un.org/es/story/2019/04/1455621 03/01/2020